03/05/2024

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El enfrentamiento entre Biden y Trump eterniza la crisis

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Aunque el presidente mantiene sus reflejos políticos, su situación empeora diariamente, pero su antecesor debe superar la resistencia de todo el poder de Washington para llegar a la Casa Blanca.

Trump y Biden podrían enfrentarse nuevamente en las urnas

Al sumarse como primer presidente en la historia de Estados Unidos a un piquete de trabajadores automotrices en huelga en el estado de Michigan, el presidente Joe Biden demostró este martes que sus reflejos políticos siguen muy vivos. Sin embargo, la mala gestión de su gobierno, su senilidad, la investigación legislativa por corrupción contra él y su hijo Hunter, la crisis migratoria en la frontera con México, el pozo sin fondo en que se ha convertido la guerra en Ucrania para el fisco norteamericano y la amenaza (reiterada cada año) de que este viernes el Estado cierre por falta de fondos se reflejan en las últimas encuestas.
Su principal contendiente, Donald Trump, tampoco la tiene fácil. No sólo le llueven desde todos lados las imputaciones judiciales que amenazan llevarlo a la cárcel, sino que el aparato del Partido Republicano (GOP, por su nombre en inglés) le hace zancadillas a cada paso. Finalmente, este martes la Suprema Corte confirmó su rechazo de la reforma republicana de las circunscripciones electorales en Alabama, señalizando así que la máxima autoridad judicial está dispuesta a terciar fuerte en el proceso electoral venidero.
Ni el bloque dominante ni los desafiantes “patriotas” están en condiciones de ejercer el poder. Ambas alianzas se bloquean mutuamente y prolongan la profunda crisis de Estados Unidos sin final a la vista.
Según una encuesta de la cadena NBC dada a conocer el domingo 24, el 74% de los entrevistados manifestó su temor de que el jefe de Estado (de 80 años) no tenga la capacidad mental y física para seguir ejerciendo el cargo, mientras que el 44 por ciento dijo lo mismo de Trump, de 77 años. Aun así, 1 de cada 5 votantes que expresaron su preocupación por la edad de Biden dijo que lo votaría antes que a Trump. Un hipotético enfrentamiento en 2024 muestra a Trump y Biden en un empate a 46 por ciento entre los votantes registrados. No obstante, la encuesta destaca las señales de advertencia para Biden, más allá de su edad: una desaprobación sin precedentes de su desempeño gubernativo, menos de 4 de cada 10 votantes que aprueban su gestión de la economía y el escaso interés por las elecciones entre sectores clave de la base demócrata.
Por el contrario, la ventaja de Trump en las primarias del Partido Republicano ha aumentado frente a un abarrotado campo de competidores. Lidera por 43 puntos, a pesar de una miríada de acusaciones penales estaduales y federales. Para las primarias republicanas nacionales Trump tiene el apoyo del 59% de los republicanos, mientras que el gobernador de Florida, Ron DeSantis, sólo alcanza el 16%. La encuesta también mostró que los republicanos creen cada vez más que Trump debe seguir siendo el líder del GOP, con un 58% de apoyo contra el 49% en junio pasado. Trump ha sido acusado cuatro veces este año (tres desde junio) en casos relacionados con el posible mal manejo de documentos clasificados y la interferencia en los resultados de las elecciones federales de 2020 en el estado de Georgia. Sin embargo, la mayoría de los republicanos desestiman las imputaciones como motivadas políticamente.
No obstante, Trump y los republicanos tienen sus propios retos, como la impopularidad de su líder entre el electorado general, así como la forma en que el expresidente galvaniza a la oposición política, incluidos los que tienen reservas sobre Biden.
Por eso, buscando demoler al presidente, los republicanos en la Cámara de Representantes anunciaron este lunes que el próximo jueves 28 se celebrará la primera audiencia incriminatoria contra Biden. Según dijo el presidente del Comité de Supervisión de la Cámara, el republicano James Comer (Kentucky) en un comunicado, la audiencia “evaluará una posible investigación de impugnación” y presentará todas las pruebas descubiertas hasta la fecha por el comité en su investigación sobre las finanzas de la familia Biden. “Desde enero, continúa Comer, los comités de Supervisión y Responsabilidad, Judicial y de Medios y Arbitrios de la Cámara de Representantes han descubierto una abrumadora cantidad de pruebas que demuestran que el presidente Joe Biden abusó de su cargo público para beneficio financiero de su familia».
Las sospechas sobre el presidente se refieren a su complicidad con las actividades ilegales de su hijo Hunter en Ucrania tras el golpe de estado de febrero de 2014. Después del derrocamiento del gobierno democrático de Viktor Yanukóvich el equipo instalado por Estados Unidos en Kiev ilegalizó partidos políticos, incluido el Partido Comunista, y eliminó el ruso como lengua oficial. El Partido de las Regiones del derrocado presidente Yanukóvich fue prohibido en varias provincias. Un ciudadano estadounidense fue nombrado ministro de Finanzas y el entonces vicepresidente Joe Biden se convirtió en el virrey virtual de Barack Obama en Ucrania. Tres meses después la mayor empresa privada de gas de Ucrania, Burisma Holdings, nombró al hijo de Biden, Hunter, como miembro de su consejo de administración.
Los estadounidenses votarán para presidente en noviembre de 2024 Circulan vídeos no desmentidos en los que el actual jefe de la Casa Blanca aparece dando instrucciones al entonces presidente Petro Poroshenko. Según admitió él mismo, Biden forzó un año más tarde la dimisión de Viktor Shokin, fiscal general de Ucrania. Shokin declaró posteriormente bajo juramento que en aquel entonces estaba a punto de investigar a Burisma Holdings. Biden, otros funcionarios estadounidenses y los medios de comunicación mintieron entonces, al afirmar que Shokin había sido destituido por corrupto. Memorandos del Departamento de Estado hechos públicos el año pasado elogian en realidad al depuesto procurador por su labor anticorrupción. La cuestión de si el dirigente de una nación extranjera tiene derecho a destituir al fiscal de otro país fue silenciada.
Con la aparición en 2020 de la laptop de Hunter Biden han salido a la luz más mentiras, como que Joe Biden nunca estuvo implicado en absoluto en los negocios de su hijo. Por el contrario, el intercambio de mensajes paterno-filial demuestra que el entonces vicepresidente no sólo sabía de las actividades corruptas de su vástago, sino que lo encubrió activamente e incluso emprendió algunas gestiones para protegerlo.
Si bien los republicanos tienen mayoría en la cámara baja, es poco probable que consigan el número suficiente de votos como para formular una acusación contra el presidente y, si lo logran, no podrán imponer una condena en el Senado de mayoría demócrata. De todas maneras, ya la investigación puede hacer bastante ruido durante la campaña electoral. Al menos el necesario, para contrarrestar el barullo de los medios prodemócratas por los procesos contra Trump.
Mientras tanto arrecia la crisis migratoria en la frontera con México. Alentados por la prórroga del Estatuto de Protección Temporal para venezolanos (TPS, por su nombre en inglés) anunciada por el gobierno demócrata, centenares de miles de venezolanos, mayormente residentes en Colombia y Perú, están entrando a Estados Unidos por Texas, donde colapsan las instalaciones de la Policía de Fronteras. En realidad, los recién llegados no la rehúyen, porque aspiran a entrar en el programa que les asegura desde 2021 residencia temporaria, permiso de trabajo y protección contra persecuciones por las autoridades migratorias. Sin embargo, tanto los municipios de la zona fronteriza como aquellos a donde han sido derivados miles de estos inmigrantes reclaman por la falta de medios para recibirlos e integrarlos.
Para los medios opositores al gobierno de Biden esta crisis fronteriza es pan comido y el propio Donald Trump hace campaña con las fotos de los venezolanos vadeando el Río Bravo. Esta campaña demagógica contra el gobierno de Nicolás Maduro difícilmente depare votos al Partido Demócrata.
Como si esta acumulación de problemas fuera poco, este viernes cierra el año fiscal 2022/23, sin que los bloques en la Cámara de Representantes se hayan puesto de acuerdo sobre un nuevo presupuesto. Si se produce un nuevo “cierre del Estado”, se suspenderían numerosos programas federales, muchos contratados dejarían de cobrar, no habría nuevas compras, etc. Para evitarlo, el compromiso interpartidario más probable es acordar la continuidad del presupuesto anterior, votado todavía por una mayoría demócrata, con un recorte del 8% en todas las partidas. En este punto, empero, los pruritos ideológicos de la mayoría republicana le impiden aceptar la continuidad de aquellos programas con mayor sesgo ideológico. Para evitar un daño mediático, entonces, el líder republicano en la Cámara, Kenneth Mc Carthy, está haciendo ingentes esfuerzos para acercar posiciones.
Sobre llovido, mojado. Un senador y dos representantes republicanos enviaron el 25 de septiembre una carta al asesor de la Casa Blanca para la Seguridad Nacional, Jake Sullivan, solicitando información plena y exacta sobre los gastos dirigidos a Ucrania. La misiva cuestiona la “falta de claridad” sobre los recursos desembolsados desde inicios de 2022, para financiar las entregas de armas y otras formas de asistencia a Ucrania.
A mediados de este mes la Oficina de Administración y Presupuesto de la Casa Blanca envió al senador republicano James Vance un informe según el cual 111.000 millones de dólares fueron entregados a Ucrania. Sin embargo, la suma no coincide con las declaraciones anteriores de Sullivan al respecto. Casi treinta legisladores federales republicanos se opusieron el jueves 21 al desembolso de más fondos para Kiev, cuando el presidente ucraniano, Vladímir Zelenski, había llegado a Estados Unidos pidiendo suministros bélicos por valor de 24.000 millones de dólares adicionales. En Estados Unidos la mayoría de la población se niega a seguir gastando en una guerra sin fin en Ucrania, cuando en el propio país hay tantas necesidades insatisfechas. Pedir más fondos para el corrupto régimen de Kiev no es popular.
Los consensos que durante décadas sellaron la unidad de la elite de poder norteamericana y le permitieron el dominio del mundo están rotos desde hace por lo menos siete años. Si el presidente Biden no es apartado preventivamente de la carrera electoral por los propios demócratas, es poco probable que pueda reelegirse. El expresidente Trump, empero, tiene pocas chances de llegar libre a la elección del 5 de noviembre del año próximo. Ninguno de los dos puede construir mayorías nítidas y las facciones enfrentadas pueden bloquearse indefinidamente. No surgen nuevas ideas ni nuevos liderazgos. Para peor, renombrados economistas preanuncian una recesión. Estados Unidos está empantanado y nadie consigue convocar a un esfuerzo unitario para tirar del carro. No obstante, que nadie se alegre. Cuando un elefante se cae, las hormigas tiemblan.
Fuentes ARG