El consumo interno Argentino de carne durante 2020 fue el más bajo en cien años
7 minutos de lecturaMientras que parte del sector cárnico pudo festejar un récord en las ventas hacia el exterior, se desplomó el consumo dentro de la Argentina.
El consumo de carne vacuna por habitante cerró 2020 en 49,7 kilos anual, el nivel más bajo del último siglo. Este número se dio pese a que la faena de animales creció 0,6% interanual hasta las 14 millones de cabezas, el mayor volumen en más de una década, informó este jueves la Cámara de la Industria y Comercio de las Carnes (Ciccra).
En su informe de diciembre, la entidad empresaria señaló que el nivel de consumo por habitante registrado el año pasado, «constituyó en el guarismo más bajo de los últimos cien años, teniendo en cuenta las cifras provisorias de faena y exportaciones correspondientes al segundo semestre de 2020».
De esta manera, los 49,7 kilos por persona registrados en 2020 solo quedan por encima de las cifras de 1920, cuando el promedio fue de 46,9 kilos por habitante. Asimismo, el consumo por persona del año pasado quedó 2,3% por debajo del registro de 2019.
Pese a la baja del consumo, la producción de carne aumentó
La entidad precisó que la faena, que tuvo un crecimiento interanual, no fue pareja a lo largo del año, ya que en los dos primeros trimestres marcó una mejora, con crecimientos de entre 3,6% y 5,6% en cada uno de ellos; mientras que en el últimos semestre reflejó caídas de entre 2,6% y 3,3% respecto a igual período de 2019.
En este contexto, la producción de carne subió en la comparación interanual 1,3% hasta las 3,17 millones de toneladas, de las cuales 2,25 millones de toneladas tuvieron como destino el mercado interno.
La exportación, por su parte, explicó el 28,9% de la producción total carne, con un volumen récord proyectado de 917.200 toneladas.
Por último, en lo que respecta a los precios de la carne en góndola, la entidad señaló que en diciembre se produjo una suba de 20% respecto a noviembre y a lo largo del año acumuló un incremento de 78%.
El consumo de carne vacuna por habitante cerró 2020 en 49,7 kilos anual, el nivel más bajo del último siglo.
Tras la intervención en el mercado de maíz, alarma entre productores de carne
En medio del clima enrarecido por el cierre exportador para el maíz y las protestas del campo, se vuelve a instalar una pregunta clásica: ¿llegará el afán intervencionista del kirchnerismo al extremo de una nueva intervención en el mercado de carne?
Después de todo, la contención del precio de la carne fue la verdadera causa de fondo por la que se cerró la exportación maicera que hoy genera irritación en los productores: el argumento era que, con un maíz contenido, se les daría a los ganaderos un subsidio indirecto en el insumo alimenticio para engordar el ganado que va al mercado interno. De hecho, el cálculo que hacen los funcionarios es que el maíz, sea de forma directa o indirecta, forma el 60% de los costos de producción para los criadores.
Sin embargo, en el campo rige un creciente escepticismo en el sentido de que el Gobierno logre su cometido y ya se hacen oír las sospechas en el sentido de que la propia dinámica de la política oficial llevará a una intervención del mercado cárnico, con probables limitaciones a la exportación.
Por caso, el presidente de la Sociedad Rural, Daniel Pelegrina, ya vaticinó un fracaso en el intento de una baja en el precio del maíz: «La escasez que se produjo en el pasado con este tipo de medidas hizo que los precios se fueran más alto. Lamentablemente ya tropezamos con esta piedra», afirmó, tras recordar que la producción maizera se duplicó cuando se levantaron las regulaciones al sector.
Y se mostró escéptico en el sentido de que un cierre exportador de maíz pudiera traer como consecuencia una baja en los costos de la carne vacuna, porque la nueva situación readecuará los precios de los insumos.
«La carne se puede producir a pasto y a grano. Siempre el pasto es más barato. Ahora, si me dan un maíz subsidiado voy a usar más maíz, entonces el consumo aumenta. Y los precios también», afirmó.
Y las visiones en ese sentido se han repetido en los últimos días. Para el consultor Salvador Di Stefano, el Gobierno busca una solución al hecho de que en un año el kilo de asado subió un 56% mientras los salarios lo hicieron al 36%.
«Está en el ADN de este gobierno intervenir los mercados, por lo tanto, tarde o temprano volverá a caer en la trampa de la intervención, que soluciona el problema hoy, pero lo potencia a futuro», indicó Di Stefano. Su advertencia es que el riesgo frenar el precio de la carne con medidas intervencionistas es que comience un proceso de desinversión en el sector, lo cual a futuro implicaría una suba mayor aun de los precios, por la caída del rodeo y una menor oferta a futuro.
En la misma línea opinaron otros expertos del sector. Como Juan Manuel Garzón, economista de la Fundación Mediterránea, para quien «los próximos mercados que sufrirán intervenciones, más o menos negociadas con los propios actores, son los de las carnes, en particular el de la carne bovina».
«Los precios de las carnes han subido mucho en las últimas semanas. Difícilmente se pueden esperar bajas por causas de mercado, así que es muy probable que el Gobierno intervenga en la exportación para lograr, a corto plazo, y en un año que habrá elecciones, mayor disponibilidad de producto y a menores precios», argumentó el economista.
Pero hay quienes creen que las negociaciones para que el propio sector cárnico modere los precios no serán suficientes y se terminará en una intervención directa que limite la exportación. En ese sentido opinó Matías de Velazco, presidente de la gremial Carbap, para quien es evidente un intento de control en el precio de la carne y que además haya un incremento de la oferta en el mercado interno.
«La primera que jugaron fue la conversación con los frigoríficos para lograr un programa de carne a valores accesibles, la segunda es la intervención del maíz y otra de las cartas que les queda, si no logran bajar el precio de la carne, es directamente limitar la exportación de carne», pronostica el dirigente.
Más explícito aun, Gustavo Lazzari, y economista y productor de chacinados de fuerte prédica en las redes sociales contra el intervencionismo estatal, dio su punto de vista sobre lo que vendrá cuando el Gobierno vea que disminuye el área sembrada de maíz y por lo tanto no logre su cometido de bajar los precios: «Por las expectativas negativas va a bajar la producción de otros cultivos y aumentará la ‘sojización’. El próximo paso es intervenir la exportación de carnes (de manual), ya sea por vía directa (prohibir) o indirecta (acordando con China menos compras o inventando problemas sanitarios)».
Se sospecha que la propia dinámica de la política oficial llevará a una intervención del mercado cárnico, con probables limitaciones a la
exportación.
Desconfianza en alza
Mientras en el campo se genera ese ruido, en el Gobierno desmienten cualquier intento de profundizar la intervención. Pero sí se avanza en una negociación para que los propios frigoríficos pongan coto a los aumentos de precios.
Ya cuentan con el antecedente de un acuerdo sectorial en el sector aceitero, en el cual se piensa instaurar un fideicomiso por el cual parte de la renta exportadora funcione como subsidio para el producto en el mercado interno.
Se están buscando fórmulas para aplicar al sector cárnico, y se especula con que los exportadores están dispuestos a hacer concesiones a cambio de que el Gobierno reconsidere una readecuación de las retenciones para la exportación de carne vacuna.
Sobre ese punto, el titular del consorcio exportador ABC, Mario Ravettino, se quejó de que mientras el sector logró un incremento exportador de 38% en términos de volumen, ello no se vio reflejado en el ingreso financiero, que disminuyó un 18%.
De hecho, ya hubo señales en los últimos días. El Gobierno anunció la reasignación del cupo Hilton para exportar con beneficios arancelarios a Estados Unidos. Ahora ya no se le asigna la cuota al que llega primero, como se estilaba, sino que se implementará un régimen que priorice a los productores de mayor valor agregado.
En las declaraciones de los funcionarios, la frase «agregar valor» se ha transformado en un mantra que justifica todas las medidas. Así lo argumentó el subsecretario de ganadería, José María Romero, quien en diciembre, ante la insistencia de los empresarios del sector en la jornada de la Federación de Industrias Regionales Argentinas (Fifra), desmintió una intervención a la exportación.
Pero se trató de una desmentida relativizada. Porque dijo que el incremento de la producción debía estar acompañado por un mayor valor de procesamiento, de manera de mejorar el ingreso de divisas, pero, además «con una mirada hacia adentro». E hizo referencia explícita a que por causa de la recesión hay 16 millones de argentinos que quedaron marginados del consumo de carnes.
Ya a mediados del año pasado hubo un amague de intervención en el mercado, cuando la secretaria de Comercio, Paula Español, preocupada por la dispersión de precios en las carnicerías, «la cual no se justifica en un aumento de la hacienda en pie o valores de logística», decidió crear un régimen informativo y de inspecciones que parte del mercado interpretó como un intento de intervención.
En aquel momento, la directiva de Fifra dejó ver su enojo: «Sostenemos que el mercado de carnes es uno de los mercados más transparentes con que cuenta el país por la cantidad de oferentes y demandantes que existen. Consideramos que cualquier intención de intervenir en el mercado, seguramente ha de provocar efectos distorsivos como se ha vivido en el pasado».
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