28/03/2024

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Ahora, ¿una intervención en el mercado de la carne?: tras el efecto maíz, aumenta la alarma entre los productores

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El Gobierno procura un acuerdo con frigoríficos para extender la vigencia de cortes baratos. Pero en el campo creen que la estrategia no dará resultado

El Gobierno procura un acuerdo con frigoríficos para extender la vigencia de cortes baratos. Pero en el campo creen que la estrategia no dará resultado

En medio del clima enrarecido por el cierre exportador para el maíz y las protestas del campo, se vuelve a instalar una pregunta clásica: ¿llegará el afán intervencionista del kirchnerismo al extremo de una nueva intervención en el mercado de carne?

En estas horas se está intentando un acuerdo con alcance para un semestre para que, de forma voluntaria y sin medidas extremas, los frigoríficos puedan garantizar cortes a precios populares, reeditando una prueba piloto por 1.300 toneladas que ya se había intentado en las semanas previas a la Navidad. Sin embargo, abundan las expresiones de escepticismo, y muchos apuestan a que, por la forma en que están evolucionando los commodities agrícolas en el mundo, la intervención llegará tarde o temprano.

Después de todo, la contención del precio de la carne fue la verdadera causa de fondo por la que se cerró la exportación maicera que hoy genera irritación en los productores: el argumento era que, con un maíz contenido, se les daría a los ganaderos un subsidio indirecto en el insumo alimenticio  para engordar el ganado que va al mercado interno. De hecho, el cálculo que hacen los funcionarios es que el maíz, sea de forma directa o indirecta, forma el 60% de los costos de producción para los criadores.

Sin embargo, en el campo rige un creciente escepticismo en el sentido de que el Gobierno logre su cometido y ya se hacen oír las sospechas en el sentido de que la propia dinámica de la política oficial llevará a una intervención del mercado cárnico, con probables limitaciones a la exportación.

Por caso, el presidente de la Sociedad Rural, Daniel Pelegrina, ya vaticinó un fracaso en el intento de una baja en el precio del maíz: «La escasez que se produjo en el pasado con este tipo de medidas hizo que los precios se fueran más alto. Lamentablemente ya tropezamos con esta piedra», afirmó, tras recordar que la producción maizera se duplicó cuando se levantaron las regulaciones al sector.

Y se mostró escéptico en el sentido de que un cierre exportador de maíz pudiera traer como consecuencia una baja en los costos de la carne vacuna, porque la nueva situación readecuará los precios de los insumos.

«La carne se puede producir a pasto y a grano. Siempre el pasto es más barato. Ahora, si me dan un maíz subsidiado voy a usar más maíz, entonces el consumo aumenta. Y los precios también», afirmó.

Y las visiones en ese sentido se han repetido en los últimos días. Para el consultor Salvador Di Stefano, el Gobierno busca una solución al hecho de que en un año el kilo de asado subió un 56% mientras los salarios lo hicieron al 36%.

«Está en el ADN de este gobierno intervenir los mercados, por lo tanto, tarde o temprano volverá a caer en la trampa de la intervención, que soluciona el problema hoy, pero lo potencia a futuro», indicó Di Stefano. Su advertencia es que el riesgo frenar el precio de la carne con medidas intervencionistas es que comience un proceso de desinversión en el sector, lo cual a futuro implicaría una suba mayor aun de los precios, por la caída del rodeo y una menor oferta a futuro.

En la misma línea opinaron otros expertos del sector. Como Juan Manuel Garzón, economista de la Fundación Mediterránea, para quien «los próximos mercados que sufrirán intervenciones, más o menos negociadas con los propios actores, son los de las carnes, en particular el de la carne bovina».

«Los precios de las carnes han subido mucho en las últimas semanas. Difícilmente se pueden esperar bajas por causas de mercado, así que es muy probable que el Gobierno intervenga en la exportación para lograr, a corto plazo, y en un año que habrá elecciones, mayor disponibilidad de producto y a menores precios», argumentó el economista.

El Gobierno procura un acuerdo de precios con los frigoríficos: de todas formas, en el sector hay dudas sobre si el Gobierno frenará ahí.

Pero hay quienes creen que las negociaciones para que el propio sector cárnico modere los precios no serán suficientes y se terminará en una intervención directa que limite la exportación. En ese sentido opinó Matías de Velazco, presidente de la gremial Carbap, para quien es evidente un intento de control en el precio de la carne y que además haya un incremento de la oferta en el mercado interno.

«La primera que jugaron fue la conversación con los frigoríficos para lograr un programa de carne a valores accesibles, la segunda es la intervención del maíz y otra de las cartas que les queda, si no logran bajar el precio de la carne, es directamente limitar la exportación de carne», pronostica el dirigente.

Más explícito aun, Gustavo Lazzari, y economista y productor de chacinados de fuerte prédica en las redes sociales contra el intervencionismo estatal, dio su punto de vista sobre lo que vendrá cuando el Gobierno vea que disminuye el área sembrada de maíz y por lo tanto no logre su cometido de bajar los precios: «Por las expectativas negativas va a bajar la producción de otros cultivos y aumentará la ‘sojización’. El próximo paso es intervenir la exportación de carnes (de manual), ya sea por vía directa (prohibir) o indirecta (acordando con China menos compras o inventando problemas sanitarios)».

Desconfianza en alza

Mientras en el campo se genera ese ruido, en el Gobierno desmienten cualquier intento de profundizar la intervención. Pero sí se avanza en una negociación para que los propios frigoríficos pongan coto a los aumentos de precios.

Ya cuentan con el antecedente de un acuerdo sectorial en el sector aceitero, en el cual se piensa instaurar un fideicomiso por el cual parte de la renta exportadora funcione como subsidio para el producto en el mercado interno.

Se están buscando fórmulas para aplicar al sector cárnico, y se especula con que los exportadores están dispuestos a hacer concesiones a cambio de que el Gobierno reconsidere una readecuación de las retenciones para la exportación de carne vacuna.

Sobre ese punto, el titular del consorcio exportador ABC, Mario Ravettino, se quejó de que mientras el sector logró un incremento exportador de 38% en términos de volumen, ello no se vio reflejado en el ingreso financiero, que disminuyó un 18%.

De hecho, ya hubo señales en los últimos días. El Gobierno anunció la reasignación del cupo Hilton para exportar con beneficios arancelarios a Estados Unidos. Ahora ya no se le asigna la cuota al que llega primero, como se estilaba, sino que se implementará un régimen que priorice a los productores de mayor valor agregado.

En las declaraciones de los funcionarios, la frase «agregar valor» se ha transformado en un mantra que justifica todas las medidas. Así lo argumentó el subsecretario de ganadería, José María Romero, quien en diciembre, ante la insistencia de los empresarios del sector en la jornada de la Federación de Industrias Regionales Argentinas (Fifra), desmintió una intervención a la exportación.

Pero se trató de una desmentida relativizada. Porque dijo que el incremento de la producción debía estar acompañado por un mayor valor de procesamiento, de manera de mejorar el ingreso de divisas, pero, además «con una mirada hacia adentro». E hizo referencia explícita a que por causa de la recesión hay 16 millones de argentinos que quedaron marginados del consumo de carnes.

Ya a mediados del año pasado hubo un amague de intervención en el mercado, cuando la secretaria de Comercio, Paula Español, preocupada por la dispersión de precios en las carnicerías, «la cual no se justifica en un aumento de la hacienda en pie o valores de logística», decidió crear un régimen informativo y de inspecciones que parte del mercado interpretó como un intento de intervención.

En aquel momento, la directiva de Fifra dejó ver su enojo: «Sostenemos que el mercado de carnes es uno de los mercados más transparentes con que cuenta el país por la cantidad de oferentes y demandantes que existen. Consideramos que cualquier intención de intervenir en el mercado, seguramente ha de provocar efectos distorsivos como se ha vivido en el pasado».

Campaña electoral con consumo de carne en mínimo histórico

Lo cierto es que, a pesar de las promesas de no intervención, con el cambio del clima político de las últimas semanas ha aumentado la desconfianza de los productores y hoy nadie está tan seguro de que la vocación regulatoria termine con el cierre exportador del maíz.

Respecto de ese tema, una encuesta realizada por la firma Amplificagro entre 465 ejecutivos de empresas agropecuarias reveló que una abrumadora mayoría califica negativamente al clima de negocios y al acceso al crédito. Para colmo, la mayoría también está preocupada por la cuestión climática.

Pero, en términos políticos, la idea que está instalada en el campo es la de que la gestión de Alberto Fernández se parece a la de Cristina Kirchner, una idea que compartió el 73%. Probablemente esta percepción esté influida por la repercusión que tuvo el discurso de la ahora vicepresidente, en el sentido de que la economía para 2021 tiene que mostrar un alineamiento de precios, tarifas y salarios, lo cual generó una expectativa de mayor intervencionismo.

El consumo de carne vacuna cayó a un mínimo de 50 kilos por habitante, una situación que el peronismo intenta revertir en el año electoral.

Parecen lejanos los días en los que el presidente Alberto Fernández convocaba a los líderes de la Mesa de Enlace para compartir un acto en una fecha patria, y ponía al diálogo social como valor principal de su estilo político. La crudeza de la recesión, sumada al hecho de que el 2021 es un año electoral, contribuyeron al cambio de clima político.

Y en el peronismo son conscientes de los malos indicadores en materia alimenticia. En el país de la carne, el consumo viene en caída, con un mínimo histórico de 50 kilos anuales por habitante alcanzado en el pasado invierno.

Lo llamativo es que la caída del consumo se dio en coincidencia con una suba en la exportación. De todas formas, los directivos de la Cámara de la Industria Cárnica se atajan con el argumento de que no hay que buscar culpas en la venta al exterior, «porque se exportan vacas a China, Rusia y Estados Unidos, y los cortes de calidad son de animales pesados de 450 kilos que no se consumen en el país».

Lo cierto es que el consumo actual empeora incluso los números posteriores a la devaluación del 2002, y también al peor año del kirchnerismo en materia cárnica, el 2011, cuando se había caído a 55 kilos por persona, producto de la gran disminución del stock ganadero.

Precisamente, el riesgo que muchos están advirtiendo es que, si se regresa a la política intervencionista, haya un incremento de la faena por parte de ganaderos que decidan cambiar de rubro. Eso fue, exactamente, lo que ocurrió en tiempos de Guillermo Moreno, cuando a una baja inicial en el precio de la carne le siguió una gran suba, producto de que el país había descendido a 48 millones de cabezas, tras haber alcanzado un nivel de 60 millones.

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