21/11/2024

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Peligra el «dólar Guzmán» a $102: el mercado ya no confía en la meta que trazó el ministro

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Los economistas polemizan sobre las "culpas" sobre la deuda, y la oposición dice que la laxitud fiscal llevará a una mayor dependencia de los prestamistas

Los economistas polemizan sobre las «culpas» sobre la deuda, y la oposición dice que la laxitud fiscal llevará a una mayor dependencia de los prestamistas

La mecha que encendió Alberto Fernández al anunciar una querella contra Mauricio Macri por haber endeudado al país y firmado un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional que resultó perjudicial para el país empezó a correr a toda velocidad. Y, además de afectar a los ex funcionarios macristas, que salieron a defenderse, corre riesgo de generar un efecto colateral imprevisto: complicar el plan de Martín Guzmán para «tranquilizar» la economía.

Ocurre que la polémica entre economistas inmediatamente pasó al plano sobre cuáles son los motivos por los cuales resulta «legítimo» endeudarse y si, en todo caso, hay realmente diferencias técnicas y morales que permitan argumentar que una deuda en moneda nacional es menos grave que en moneda extranjera.

De hecho, el comentario obligado en la City y entre los economistas es que los anuncios del Presidente le deben haber generado cierta incomodidad al ministro, que está en plena negociación con el FMI. Y, de hecho, cuando Guzmán tomó los principales puntos del discurso de Alberto para exponerlos como guía de su plan 2021 se cuidó de no mencionar el espinoso asunto de la querella.

A juzgar por la reacción de los mercados, la confianza tras el discurso presidencial y las iniciativas contra el macrismo siguen generando «ruido». Los bonos en dólares sufrieron una baja promedio de 2%, con lo cual el nivel de riesgo país, con 1.544 puntos, alcanzó nuevos máximos del último semestre.

Pero, sobre todo, lo que está generando ruido es el hecho de que, para cumplir su misión de mantener la economía «tranquila» hasta el octubre electoral, Guzmán no tiene más remedio que seguir tomando deuda, aunque de una manera diferente a la de sus criticados antecesores.

«La deuda pública total crece a mayor ritmo que en los cuatro años de la gestión anterior (por el enorme déficit) pero el gobierno dice que esa deuda (bajo legislación local, sean pesos o dólares) es «buena, nacional y popular». ¿Pensarán que esa deuda no se paga?», planteó el diputado Luciano Laspina.

Y ahí reside uno de los flancos débiles del plan oficial. Tanto la emisión monetaria -que se duplicó en un año- como el stock de deuda del Banco Central en Leliqs -que se triplicó- implican una amenaza sobre la que caen dedos acusadores.

El ministro Matías Kulfas salió a argumentar sobre la diferencia fundamental de tomar deuda en moneda nacional o en dólares, pero la polémica no sólo se recalentó sino que hubo quienes pusieron en duda la capacidad del Gobierno para mantener la estabilidad.

La crítica principal es que en este momento se está emitiendo una deuda indexada con el dólar, en una tácita aceptación de que no tasa de interés en pesos que alcance para compensar la desconfianza existente en el mercado. Y esa emisión indexada implica también un fuerte riesgo de perjuicio para el Estado, si ante un evento inesperado -una caída del precio de la soja, por ejemplo, como ya están pronosticando algunos expertos- el tipo de cambio tuviera que corregirse.

«Guzmán la debe haber pasado bárbaro escuchando un presidente judicializando la toma de deuda, cuando él está endeudándose a lo pavote en pesos indexados y en dólar linked pocos meses antes de un fogonazo de tipo de cambio e inflacionario», ironizó el economista Marcos Buscaglia.

El discurso de Alberto Fernández en el Congreso disparó críticas y advertencias sobre el agravamiento de la
deuda

Y la mayoría de los opositores enfatizan el mismo punto: la deuda no está achicándose, sino que se está agrandando. Y dado que las señales que da el Gobierno sobre el rumbo fiscal no son alentadoras, las expectativas apuntan a que esa deuda vaya en incremento.

Por caso, ante la necesidad de sostener el congelamiento tarifario, se está poniendo en duda una de las principales promesas de Guzmán: que los subsidios por servicios energéticos no pasarían el límite de 1,7% del PBI.

Pero Alberto Fernández dijo que hasta que el nuevo esquema esté definido pueden pasar varios meses y que, en el mientras tanto, se implementará un régimen de emergencia. Parte de ese plan podría implicar el traspaso de $60.000 millones desde el Estado a las empresas prestadoras del servicio. Implicaría un cambio presupuestal que, en el fondo, no sorprende: los economistas ya venían previendo que los subsidios energéticos pudieran llegar a 3% del PBI este año.

Lo cierto es que las señales fiscales llevan a la expectativa de que a Guzmán no le quede otra alternativa que incrementar la deuda, en contra del discurso oficial del desendeudamiento.

Por caso, Eduardo Fracchia, Director de Economía de IAE, recordó que Cristina Kirchner, en sus ocho años de gestión endeudó al país en u$s104.000 millones y que la gestión de Alberto Fernandez va por u$s20.000 millones. «Es cierto que el tamaño del endeudamiento durante la gestión de Macri fue un error pero esa deuda se pagó sobre todo para no defaultear y para cumplir con compromisos previos, afirmó.

En tanto, un ex ministro macrista, Hernán Lacunza, afirmó que el año pasado la deuda aumentó más que en el promedio de la era macrista, porque la suba fue de u$s21.000 millones contra u$s17.800 millones que tuvo cada año del cuatrienio de Macri como promedio.

Lo calificó como «lógico» por la vuelta del déficit fiscal. «Deuda hija, déficit padre», sintetizó, y comparó el rojo fiscal de 0,4% de 2019 contra el 6,5% del año pasado. Afirmó que incluso descontando el gasto extraordinario por el Covid, el déficit aumentó a un 2,5%. Y advirtió que el actual proceso «tiene inercia», que se traducirá en una deuda futura.

En la vereda oficialista se apuesta a que el 2021 pueda transitar en calma, aunque ello implique forzar algunas de las variables de la economía.

Hasta ahora, una serie de circunstancias externas favorables -tales como el boom de los commodities agrícolas- han permitido atravesar el temido puente veraniego hasta la estación de la entrada de dólares frescos.  Y, además, podría llegar el inesperado refuerzo del propio FMI, si se concreta la ampliación de capital mediante el reparto de cuotas en Derechos Especiales de Giro, que a la Argentina le podría implicar una ayuda extra de hasta u$s3.000 millones.

El ministro, que sobre fin de año había aprovechado la calma financiera para corregir levemente el atraso fiscal y dejar deslizar al dólar, cambió abruptamente su postura cuando vio que la inflación podía irse fuera de control. Con la misión explícita de que haya un escenario de estabilidad, anunció la nueva «tablita» cambiaria que llevará al dólar oficial hasta $102.

De esta manera, al dar un informal «seguro de cambio» genera la paradoja de posibilitar un nuevo «carry trade» para quienes se animen a colocar en plazos fijos en pesos (y comparen el rendimiento de 3% contra la devaluación, prevista ahora a un ritmo promedio de 1,3% mensual).

Ante la desconfianza sobre la estabilidad financiera, están explotando las colocaciones indexadas

Pero, sobre todo, su misión es que no se vuelva a agrandar la brecha entre el tipo de cambio oficial y el dólar blue, para lo cual se implementó el «seguro de cambio» en las colocaciones que se rigen por índices como el UVA o el CER, además de los bonos «dólar linked».

Esto quedó en evidencia con las migraciones de fondos que realizaron los pequeños ahorristas durante los últimos meses. Por caso, hubo una verdadera explosión de los plazos ajustados por UVA, que en cuatro meses se incrementaron un 45% y se acercan a un volumen de $70.000 millones, todavía pequeño en comparación con los plazos tradicionales, pero que deja en evidencia la paradoja del Gobierno: aquellas opciones que los protegen de una explosión devaluatoria o inflacionaria son las que tienen más aceptación.

Pero, además, está la crítica por la venta de bonos dolarizados, el corazón de la estrategia que en las últimas semanas ha ayudado a la caída de los dólares paralelos. Esta venta de bonos ha hecho caer los precios hasta niveles inusitados, tanto que se llegó a rendimientos reales de 18% para algunos de los nuevos títulos post-canje. Lo cual es todo una ironía, porque se trata de cotizaciones propias de un país de default, para papeles que salieron de una negociación que, justamente, buscó evitar el incumplimiento.

«No solamente el IV kirchnerismo está tomando más deuda por año que la que tomó el gobierno del presidente Macri, sino que lo hace a tasas de interés explosivas -18% en dólares por año. Insostenible», afirmó Sebastián Galiani, ex funcionario macrista.

Y agregó: «Pero todas estas comparaciones no son importantes. Hay solamente una cosa importante si no queremos aumentar la deuda. Eliminar el déficit fiscal. El gobierno de Cambiemos tomó deuda pues heredó un déficit fiscal monumental, que redujo, no por otra razón.

Claro, el Gobierno tiene su argumento preparado para contestar esa crítica. La operación de canje le permitirá al país ahorrar u$s34.800 millones en la próxima década.

En el mercado reconocen que, de momento, hubo éxito en un relativo «desacople» entre la caída de la cotización de los bonos y el precio del dólar paralelo. Pero todos ven que ese equilibrio es precario y está planteada la duda de si se puede llegar a octubre en esas condiciones.

Para la economista Marina Dal Poggetto, es evidente que el Gobierno priorizó la política por sobre un acuerdo relativamente tradicional con el FMI, y que ello implica una apuesta a que el Banco Central pueda seguir «sin pisar de más las importaciones y sin generarse una disrupción financiera por el intento forzado de refinanciar la deuda de provincias y empresas,

«En cualquier caso, el esquema es en exceso cortoplacista y aún si llega, va a requerir un cambio después de octubre», advierte.

Argumenta que, a diferencia del cepo anterior, donde el «estabilizador» eran los dólares en las reservas, esta vez se depende de los dólares del «flujo» para mantener la calma. «Y los dólares del flujo dependen de la suerte (el precio de la soja o que el FMI emita finalmente Degs), del riesgo de inconsistencia nominal que puedan generar entre el manejo del dólar y la tasa y fundamentalmente de que no se coordine un conflicto que postergue la salida de la cosecha».

La querella contra los endeudadores no hizo más que echar fuego a la polémica. Y a juzgar por las reacciones del mercado, Guzmán no debe estar entre los más cómodos con el nuevo contexto político.

 

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