Massa mantiene altas las importaciones para atenuar la recesión, mientras Milei lanza advertencia a acreedores del BCRA
7 minutos de lecturaLa balanza comercial de agosto volvió a dar números en rojo –por u$s1.011 millones-, por sexto mes consecutivo. Y esto ocurrió a pesar de la ayuda a la exportación con el «dólar maíz», del desincentivo importador por la aplicación del impuesto PAIS y de las demoras de las que suelen quejarse los importadores en las aprobaciones con el sistema SIRA.
Es por eso que el nuevo déficit no deja de ser una sorpresa: por un lado, está dando la pauta de la magnitud del retraso cambiario -o, para ser más exactos, de la expectativa de devaluación que tienen los empresarios, que demoran exportaciones y apuran importaciones por la sensación de una corrección cambiaria inexorable-.
Pero, además, también deja en evidencia que el Gobierno tomó una decisión arriesgada: aun en un momento de fragilidad extrema de las reservas del Banco Central, decidió mantener relativamente alto el flujo importador para no agravar un panorama recesivo en plena campaña electoral.
Como es consenso de los economistas, para que el PBI crezca un punto, se necesita que las importaciones lo hagan en tres puntos. De manera que esta cifra importadora deja en claro que el ministro-candidato Sergio Massa no quiere arriesgar un empeoramiento de la crisis -a nivel oficial se espera una caída de la actividad en torno de 2,5% del PBI para este año-.
Lo cierto es que los u$s6.865 millones de importaciones de agosto implican una cifra que, para la mayoría de los economistas, no se condice con este momento de la economía del país. Si bien en la comparación interanual puede parecer pequeña -porque supone una caída de 12,4%-, es superior a la registrada en julio, y es apenas u$521 millones menor que la del mes de mayo, cuando se registró la mayor cifra del año.
La situación queda más clara cuando se hace el cálculo sin considerar el rubro de combustibles, que el año pasado se había constituido en una crisis, por los precios récord que disparó la guerra en Ucrania, justo en un año en que se incrementó la demanda de gas en Argentina. Esa situación distorsionó el panorama importador, a tal punto que hace un año, las compras de combustibles representaban un 17% del total, mientras que en agosto de este año apenas llegaron al 8,9%.
La abrupta caída en la importación de gas licuado permitió que se mantuviera estable el nivel de compras en otros rubros de comercio exterior
Hablando en plata, cuando se exceptúa el rubro de energía y de bienes de consumo finales, y se considera sólo las importaciones para insumos de la industria local, se llega a la conclusión de que la importación se mantuvo estable, en torno de los u$s5.500 millones.
Y, según el reporte del Indec, los precios de importación cayeron este mes un 18,4% respecto de hace un año. Ello implica que, cuando se la considera en términos de volumen, entonces la compra de productos del exterior no sólo no disminuyó sino que subió un 7,4%.
No hay «dólar soja» que alcance
La contracara, naturalmente, es el pobre desempeño de las exportaciones, como consecuencia directa de la crisis climática en el campo. En meses anteriores se daba por descontado que las ventas serían malas, porque la política de implementar incentivos con un tipo de cambio preferencial generaba momentos de venta alta, a los que seguían virtuales parálisis de los envíos.
Así, no sorprendió que las exportaciones agrícolas fueran malas en junio, por ejemplo. Pero en agosto, con la vigencia del nuevo régimen de incentivo a las producciones regionales y con el precio especial del «dólar maíz», se esperaba una mejora.
Sin embargo, las cifras vuelven a mostrar resultados muy modestos: la venta de productos primarios acusa un desplome interanual de 26,1%, mientras que las manufacturas de origen agropecuario caen un 28%.
El mercado global tampoco ayudó con los precios, que tuvieron una baja de 11,7% respecto de hace un año.
La expectativa está fijada ahora en las cifras de septiembre, por la aplicación del «Dólar Soja 4», que los analistas estiman podría aportar un adicional de u$s2.000 millones. Claro que eso no necesariamente supone una mejora para las reservas, dado que el nuevo sistema, que permite que un 25% de las divisas se liquiden por fuera del sistema oficial, no está resultando de gran impacto en la caja del Banco Central.
En su proyecto de presupuesto 2024, Sergio Massa apuesta a que, por la recuperación del campo, haya un superávit comercial de u$s9.000 millones
Esperando el cambio de tendencia
En todo caso, el interrogante del mercado es cuándo llegará el momento del cambio de tendencia. Es decir, cuando la balanza dejará de dar déficit y volverá a marcar un flujo positivo.
Es algo que los economistas consideran inevitable, en parte porque se espera una corrección cambiara post electoral y en parte porque sobre fin de año deberían empezar a mejorar la performance de la venta agrícola, al ingresar los nuevos cultivos ya no afectados por la sequía récord.
A juzgar por los resultados de la encuesta REM del Banco Central, ese cambio de tendencia debería ocurrir pronto, dado que se prevé que el actual saldo negativo de u$s6.205 acumulado en ocho meses se reduzca a fin de año hasta el nivel de u$s3.000 millones para todo el 2023.
Esto supone que se espera en los últimos cuatro meses del año un nivel de exportaciones promedio de u$s5.900 millones contra importaciones mensuales promedio de u$s5.100 millones.
Las previsiones oficiales contenidas en el proyecto de Presupuesto 2024 dejan en claro la apuesta a una recuperación de la mano del campo y a un freno en las importaciones: mientras se espera que el valor exportado de bienes y servicios mejorará un 19,6%, se espera que las compras de mercancías extranjeras suban apenas un 1,4%.
Como resultado, la previsión oficial es que el año próximo se regrese al terreno del superávit comercial por u$s9.372 millones.
Es, curiosamente, un rubro en el cual el optimismo de Sergio Massa se queda corto respecto del que está mostrando la oposición. En una conferencia con inversores -organizada por la firma Mega QM- Darío Epstein, uno de los principales asesores de Javier Milei, calculó que la mejora para el año próximo podría ser más del doble de la que pronostica el candidato peronista.
Darío Epstein, asesor económico de Javier Milei, hizo un pronóstico de superávit comercial más optimista que el oficial, pero advirtió que el pago de la deuda a los importadores será gradual
«Yo no veo problema en el flujo futuro», respondió Epstein cuando le preguntaron sobre el panorama de las divisas para el año próximo. «Lo buenos es que sólo por rebote del campo va a haber al menos 14.000 millones de dólares adicionales de ingresos, y por el nuevo gasoducto va a haber menos déficit energético y a lo mejor hasta un poco de superávit».
Pero lo que el asesor de Milei consideró como un factor adicional para impulsar el superávit comercial -asumiendo que el libertario ganará las elecciones, claro- es que no habrá retraso del dólar ni cepo cambiario. De esa manera, alega, se eliminarán los «incentivos a las picardías», como denomina a las sobrefacturaciones de importaciones y subfacturaciones de exportación que tradicionalmente se constatan en los regímenes de comercio exterior con intervención estatal.
«Los importadores sabían en lo que se metían»
En suma, el cálculo que hace el equipo económico de Milei es que saldo que arrojará la balanza comercial el año próximo será un holgado volumen de u$s20.000 millones. Para tener una referencia, en 2019, el mejor año de la última década en cuanto a balanza comercial, se había registrado un superávit de u$s15.990 millones.
Sin embargo, ese optimismo opositor no debe confundirse con una voluntad de un rápido pago de las cuentas pendientes del Banco Central con los importadores. Fue un tema que le preguntaron expresamente a Epstein, dado que el volumen de la deuda del BCRA -que forzó a los importadores a financiarse con sus casas matrices o con el mercado financiero con créditos de corto plazo- ya supera los u$s16.000 millones.
El tema constituye una de las principales preocupaciones de las empresas, lo cual se evidencia en el «lobby» sobre los equipos económicos de los candidatos. Sin embargo, Epstein aclaró que, ante la situación crítica de las finanzas del país, necesariamente el pago de esa deuda será gradual y objeto de una negociación.
Y lo dijo con una frase muy elocuente: «Nos vamos a tener que sentar todos a ver cómo se puede pagar. Todos los que se metieron en este lío leían todos los días en el diario que en el Banco Centtral había reservas menos diez, así que nadie puede decir ‘disculpá, no sabíamos que no había dólares’. Entonces al que se metió lo vamos a ayudar a salir, como corresponde, pero va a tener que entender que lo vamos a hacer en forma responsable, no podemos volcar el país o generar una corrida».
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