Sin más "conejos en la galera", Massa se enfoca en una nueva obsesión para su campaña
5 minutos de lecturaDespués de las PASO y de la devaluación del lunes 14 de agosto, Sergio Massa se concentró básicamente en apaciguar los efectos de ese salto cambiario. Hubo algunos anuncios con impacto en los ingresos de los trabajadores -desde la suma fija para los activos «en blanco» a los beneficios para monotributistas y jubilados- y otros dedicados a mantener congelados algunos precios regulados por el Estado.
Lo que no pudo asegurar el ministro fue un acortamiento de la brecha cambiaria que, por el contrario, se agrandó después de la suba abrupta del dólar «oficial». Se mantiene arriba del 100%, con una inflación que se ha recalentado tras la devaluación.
El escenario no luce para nada positivo para un candidato presidencial oficialista, y mucho menos si se trata del mismísimo ministro de Economía.
La inflación de agosto, de acuerdo a los relevamientos extraoficiales que realizaron en el equipo económico, rondó el 11%, aunque podría dar algún punto adicional. El impacto de la devaluación fue notable, casi automática, durante la segunda quincena del mes.
El arrastre para este mes luce incontenible. Pero Massa pretende ponerle un límite a esa dinámica. En su entorno dicen que es necesario lograrlo si quiere llegar con chances a las generales del 22 de octubre.
Inflación: la táctica del ministro
Massa pretende que la inflación de este mes sea inferior al 10%. Quiere que sea de un solo dígito. Esa pretensión va en contra de los pronósticos de todas las consultoras privadas, que incluso advierten sobre un IPC superior al de agosto.
Massa se enfoca en poner un freno a la inflación y que en septiembre no llegue a los dos dígitos.
El índice de septiembre se conocerá el 12 de octubre, a diez días de las elecciones. El ministro no quiere que ese número sea de dos dígitos, que deje expuesto su fracaso para controlar el proceso inflacionario, más allá de que el escenario macro no cambiaría demasiado por dos o tres puntos más o menos.
Sin más «conejos de la galera» que acerquen dólares en serio a las reservas, la apuesta luce menos formal. Y sin el éxito garantizado.
Se trata de sumar distintos acuerdos, que el ministro ya puso en marcha, a los que se añadiera una verdadera marca a presión a las empresas formadoras de precios.
La más extendida, que se intentará formalizar en los próximos días, radica en el acuerdo para que las fábricas de alimentos, bebidas y de productos de higiene y limpieza, para limitar los aumentos del mes que viene a un 5%. Algo que, por ahora, las compañías se negaron a rubricar.
Congelamientos de precios por todos lados
En los últimos días, el Gobierno anunció distintos congelamientos de precios, con vigencia por tan sólo 90 días. Hasta las elecciones. Después se verá.
Todas esas decisiones están impuestas desde una fragilidad notable. Quedó expuesto en el pacto con las empresas de medicina prepaga, que sólo aceptaron una estabilidad de los precios a cambio de concesiones de parte del Estado.
Ministro candidato: con batería de congelamientos transitorios, Massa busca enfriar los precios hasta las elecciones.
Para esas compañías habrá reducciones y postergaciones en el pago de las contribuciones patronales. Además, podrán diferir el pago neto del IVA por los períodos de agosto-diciembre 2023 y que se financie su pago en un plan de nueve cuotas a partir de marzo 2024, a tasas de interés más bajas que las que rigen para el resto.
En esta misma onda, el Gobierno ya postergó la actualización mensual en las tarifas del transporte público, del AMBA, tanto en trenes como en colectivos. Ambos servicios venían con una indexación mensual equivalente a la inflación, que se acaba de cortar en el inicio de septiembre.
Esa diferencia obligará al Gobierno a compensar a las empresas con mayores subsidios, algo que el propio Massa se comprometió a bajar en el último acuerdo con el Fondo Monetario.
También se evalúa un congelamiento en las tarifas eléctricas y del gas, que a pedido del FMI deberían incrementarse en torno del 15% antes de las elecciones. También en este renglón, el Estado debería compensar a las empresas con mayores subsidios.
Todos estas decisiones se suman a la decidida hace un par de semanas: un congelamiento en los surtidores hasta fin de octubre, luego de habilitar una suba promedio del 12,5% hace un par de semanas.
La última movida del ministro se conoció en las últimas horas. La puesta en marcha del «dólar soja 4» deja en evidencia una vez más la extrema necesidad por conseguir divisas, incluso después de la devaluación de hace apenas unas pocas semanas.
El dólar, factor clave: Massa tendrá que moderar la presión cambiaria sin demasiado poder de fuego en el BCRA.
Presión cambiaria en el radar
Aun cuando Massa puso el ojo en la formación del IPC, y hará todo lo posible por lograr una baja de la dinámica durante las próximas seis semanas, en el equipo económico admiten que hay una variable que podría recalentarse antes de las elecciones: la dolarización y la consiguiente presión cambiaria.
Ya se vio en la previa a las PASO, que obligó al Banco Central a intervenir con potencia en el mercado de los dólares alternativos.
Ahora ocurre lo mismo: la dinámica dolarizadora podría agravarse y presionar sobre el mercado y los precios. Y ahí no hay demasiados antídotos, salvo la intervención directa.
Sucedió en elecciones anteriores. La gran diferencia, ahora, es que no quedan reservas en el Banco Central, y la incertidumbre política es total. Nadie podría arriesgar cuál será el plan económico que se pondrá en marcha el 11 de diciembre.
Tal vez no lo sepan ni siquiera los propios protagonistas.
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